El éxito profesional sigue siendo un tema fascinante. Atrae la atención de personas que buscan realizarse, empresas en busca de talentos prometedores y profesionales dedicados a guiar a sus clientes hacia el éxito. Pero, ¿cómo se logra realmente el éxito?
Durante décadas, el Coeficiente Intelectual (CI) fue considerado el principal predictor del éxito en la vida profesional. Sin embargo, investigaciones más recientes han demostrado que el CI por sí solo no basta para garantizar el éxito. Entonces, ¿qué entendemos realmente por "éxito profesional"? ¿Qué papel juega el CI en este éxito y qué otros factores entran en juego?
¿Qué es el éxito profesional?
Definir el éxito profesional es complicado porque depende de criterios muy personales. Para algunos, se mide por la estabilidad económica; para otros, por el equilibrio entre trabajo y vida personal, el prestigio alcanzado, el reconocimiento de los colegas, la seguridad laboral, un sentido de contribución social o la posibilidad de dedicarse a una pasión.
Más allá de estos criterios, el éxito profesional también puede entenderse a través de los sentimientos de quienes lo logran. El éxito podría describirse como un estado de satisfacción personal, impulsado por el logro de metas y aspiraciones, el impacto positivo del propio trabajo y un sentido de realización. En esencia, es un sentimiento de plenitud y orgullo.
¿Cómo impacta el Coeficiente Intelectual en el éxito profesional?
El CI evalúa las habilidades de razonamiento de una persona. Al asignar una puntuación a la forma de pensar de alguien, estima su capacidad para adaptarse eficazmente a diversas situaciones laborales. Un CI alto generalmente se asocia con una gran capacidad para asimilar nueva información, tomar decisiones acertadas, realizar tareas complejas y resolver problemas eficientemente.
Por otro lado, un CI que no cumpla con las expectativas para un puesto determinado podría indicar que la persona tendría dificultades para entender ciertos conceptos, captar los matices de una situación, tomar decisiones menos adecuadas o anticipar las consecuencias de sus elecciones. Así, la capacidad de pensar críticamente, adaptarse y resolver problemas es, de hecho, un componente del éxito profesional.
Sin embargo, el CI como indicador de éxito tiene sus limitaciones. No abarca otros factores esenciales para el éxito, como la capacidad de integrarse en un equipo, manejar situaciones de tensión o aprender de los errores. De hecho, según expertos en inteligencia emocional como Daniel Goleman y Reuven Bar-On, el CI solo representa alrededor del 20% del éxito profesional.
¿Qué otros factores contribuyen al éxito profesional?
El Coeficiente Emocional (CE), que mide la capacidad de una persona para reconocer, entender y gestionar sus propias emociones y las de los demás, se considera que tiene un impacto más significativo en el éxito profesional que el CI. Salovey y Mayer, pioneros en el estudio de la inteligencia emocional, lo han expresado claramente. Propusieron un modelo que distingue entre dos sistemas en el cerebro: uno responsable del razonamiento lógico y analítico (como se refleja en el CI), y otro para procesar la información emocional.
Este segundo sistema permite a una persona razonar con sus emociones y usarlas para guiar su pensamiento, decisiones y comportamientos. Le permite navegar por entornos sociales complejos, entender las motivaciones de los demás y tomar decisiones más matizadas que tienen en cuenta tanto los hechos como los sentimientos.
Según estos investigadores, ambos sistemas son igualmente importantes. El sistema de razonamiento permite una comprensión y pensamiento claros, mientras que el sistema emocional proporciona información del entorno: qué está ocurriendo, con quién, en qué situación y con qué emociones. Si este sistema falla —si la información externa se percibe mal— alguien podría ser intelectualmente capaz pero perder los aspectos más relevantes de una situación. Es decir, una persona puede tener un CI alto pero tener dificultades para construir relaciones significativas, destacar en entrevistas de trabajo, recuperarse de contratiempos, adaptar su comunicación a las necesidades de un cliente o hacerse valer en reuniones. Todos estos son elementos que contribuyen a prosperar en su rol, relaciones y entorno laboral, lo que en última instancia conduce al éxito profesional.
Aunque otros factores, como rasgos de personalidad (por ejemplo, la responsabilidad), motivaciones intrínsecas (como el deseo de superación personal) o intereses profesionales (como sentirse identificado con una trayectoria profesional significativa), también influyen en el éxito profesional, el CE ocupa un lugar central. Además, el CE se puede desarrollar con esfuerzo y, por lo tanto, puede fortalecerse a lo largo de la carrera, ofreciendo un camino continuo hacia el éxito profesional.