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Tendencias de RRHH

Nuestra respuesta conductual frente al COVID-19

eye 682 Publicado en 01 Apr. 2020
covid
tag #Consejos RR.HH

En este artículo, no pretendemos dar consejos ni cifras. Tan sólo nos proponemos realizar un análisis neuropsicológico de la situación, con la finalidad de aportar otro punto de vista, si bien personal, para reflexionar juntos sobre las distintas etapas de la toma de conciencia: una especie de sesión informativa postraumática que nos ayudaría a digerir estos sucesos inéditos. Vamos a examinar la crisis desde el principio. ¿Qué nos ha ocurrido?

1) Estallido del virus en China e Italia

Al comienzo de este asunto, nos hemos dejado llevar de manera más o menos consciente por un sesgo optimista.  Esta estrategia cognitiva se define como la tendencia a creer que tenemos menos probabilidades que los demás a tener que enfrentarnos a acontecimientos adversos. ¿Un accidente de tráfico, un divorcio o el paro? Esto solo le sucede a los demás… Nuestro cerebro toma este atajo cuando no encuentra una explicación clara y concisa sobre el riesgo en cuestión y, sobre todo, cuando el riesgo se sitúa lejos en el espacio. Por esta razón, lo que ocurría en China o Italia entre enero y marzo no nos atañía por mucha empatía que sintiéramos hacia la población afectada.

2) Declaración de pandemia por la OMS.

Desde que la OMS calificó el virus de pandemia el 11 de marzo, nuestra percepción individual se ha transformado en una representación social coherente en muy poco tiempo.

En este proceso, ha sido crucial el papel desempeñado por los medios de comunicación y las redes sociales. Han llenado los canales de comunicación con una enorme cantidad de información relacionada con el virus. Pero esto no basta para despertar las conciencias. Conviene también crear un debate en torno a la información para hacernos reaccionar y conseguir que la población se vuelva proactiva. De acuerdo con el psicólogo social Serge Moscovici, la materialización de la percepciones individuales en representaciones sociales se llevaría a cabo por medio de dos procedimientos mediáticos:

La objetivación, en otras palabras, la elaboración de una imagen estructurada y figurada del riesgo. En este caso, hemos visto cómo el virus cobraba forma con imágenes reales (número de personas contaminadas y muertos, imágenes de enfermos en reanimación, testimonios de profesionales sanitarios, discursos políticos…), El anclaje: se trata de asimilar la novedad, incorporándola a nuestro sistema de pensamiento preexistente. Hay que relacionar el virus con algo conocido (EBOLA, SIDA, guerra…).

3) Propagación en Italia y medidas de confinamiento en Europa – Miedo y reacciones.

La implementación de medidas de confinamiento ha provocado distintas reacciones en la población francesa. Poco a poco, los supermercados de las grandes ciudades han sufrido un agotamiento de las existencias como respuesta al pánico generalizado. Este tipo de respuesta nos lleva a reflexionar sobre el concepto del miedo. El miedo es una emoción que nos ha permitido sobrevivir a lo largo de nuestra evolución, así como aprender y adaptarnos. Cuando sentimos miedo, la amígdala, zona del centro del cerebro que gestiona las emociones y la motivación, se activa y segrega adrenalina. Esta hormona desencadena la aceleración del ritmo cardiaco y dilata las pupilas, fenómenos que nos preparan para reaccionar de forma rápida, y que provocan una respuesta de lucha o huida (“Fight or Flight” de Cannon, 1928). 

Pero otra zona de nuestro cerebro es capaz de atenuar este efecto: el córtex prefrontal (situado en la parte delantera del cerebro) va a racionalizar los hechos y a retrasar nuestras reacciones “primitivas” que nos haga adoptar un comportamiento más acorde con la situación (no agotar las existencias y confinarse).

4) Confinamiento desde hace unos días – Aceptación o rechazo

Desde hace algunos días, el confinamiento se realiza de forma voluntaria o forzada.  Una parte de la población sigue saliendo: el confinamiento es en nuestro caso un asunto de interés público que no todo el mundo respeta. Pero, al igual que ocurre con el tema medioambiental, el peligro parece lejano y la acción individual parece tener un impacto reducido sobre el colectivo. Observamos que el miedo y los hechos no han impedido las salidas y se siguen descuidando las medidas de precaución. Los estudios realizados sobre campañas de prevención por el miedo han revelado que éstas funcionan cuando se propone una solución sencilla, rápida y concreta (vacunarse, por ejemplo), pero será más difícil cambiar las costumbres (salir de casa). En general, estas campañas buscan convertir a los ya convencidos. Al contrario, las personas reacias van a desarrollar mecanismos de defensa reforzando los comportamientos contraproducentes para perpetuar su rutina: es el efecto rebote. En este caso, otras estrategias resultan más eficaces (el sentido de humor, felicitar los comportamientos positivos…).

La contribución al bien público es también sin duda una cuestión de identidad social, incentivada por el sentimiento de obrar por el bien común (sentimiento de actuar conjuntamente). Para esto, hay que anticipar las acciones y los papeles de los demás, así como el impacto común de nuestras acciones, para coordinarse (confinarse, observar cómo los otros se confinan, imaginar el impacto deseado: frenar la curva de la epidemia). Esto resulta difícil cuando el grupo es de gran tamaño, ya que tenemos poca visibilidad sobre las acciones de cada uno (incluso con las redes sociales, donde la información fluye de manera heterogénea). Por lo general, las directivas de las instituciones consiguen generalizar estas prácticas. Por otro lado, en nuestra situación, quedarse en casa “por solidaridad” puede parecer contradictorio cuando nuestra lógica parece dictar que deberíamos visitar a los más frágiles para ayudarles.

Conclusión

Está claro que cada uno vive la situación de manera diferente. Algunos recurren todavía hoy en día al sesgo del optimismo, mientras que otros se sienten amenazados desde el pasado mes de enero. Tenemos una sensibilidad, actitud e historia distintas. Además, las condiciones de confinamiento no son las mismas para todos. No vivimos el confinamiento de la misma manera en un estudio de una ciudad que cuando tenemos una casa en el campo. A pesar de todo, estas grandes etapas describen la toma de conciencia de la mayoría de las personas que ya están confinadas.

Maria Pia Donati

Psicóloga laboral y asesora en I+D Central Test

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