Búsqueda de sentido, deseo de libertad, impresión de haber alcanzado sus límites, competencias no valoradas, cambio de prioridades, pérdida de motivación, deseo de afrontar nuevos retos, sueño por realizar, desfase con los propios valores, sentimiento de inutilidad, desinterés por la tarea… Sus clientes se sentirán probablemente afectados por algunos de estos aspectos. ¿O puede que tengan otros motivos para querer realizar una reconversión profesional?
Al margen de la diversidad de las causas que la inducen, la necesidad de reconversión profesional nace de una desviación entre las necesidades de las personas y la realidad en la que están inmersas. Cuánta más distancia exista entre los dos aspectos, más frustraciones y malestar genera en la persona, y más latente se vuelve la necesidad de modificar su trayectoria para volver a encontrar un equilibrio y una coherencia con su forma de ser.
¿Cómo preparar la reconversión?
En dos etapas: el antes y el después. Es necesario realizar previamente un balance de los conocimientos adquiridos, los logros personales y los elementos de satisfacción e insatisfacción del cliente.
Esta etapa es fundamental para ser consecuente con la propia trayectoria y poder hallar en ella un hilo conductor. Ayudará al cliente a autovalorarse, y le permitirá establecer vínculos entre su experiencia vivida y su presente, lo cual le permitirá proyectarse mejor hacia el futuro.
En el término «reconversión», la partícula “re” lleva implícito el sentido que se ha producido con anterioridad una “conversión”. Es decir, que se ha trazado ya una primera trayectoria, y adquirido unos conocimientos. Reconvertirse, no es volver a empezar desde cero, sino saber aprovechar esos conocimientos para seguir adelante. Independientemente de que las ganas de cambio sean drásticas o relativas, esta experiencia ya forma parte integrante de uno mismo, y debe ser percibida como un patrimonio que conviene valorar.
Primera fase: generar sentido
Desde el punto de vista del cliente, el objetivo de esta primera etapa es contemplar el historial profesional desde una perspectiva amplia examinando las funciones que ha desempeñado. Esto constituye una oportunidad para la persona de identificar las competencias adquiridas, valorarlas y reflexionar sobre la manera de transferirlas a otro contexto profesional.
Varios métodos como el enfoque narrativo, los cuadros de autoevaluación o ejercicios específicos pueden resultar de utilidad para realizar un balance de la trayectoria del cliente. Los test de aptitudes y de personalidad, cada vez más utilizados, constituyen valiosas herramientas para resaltar las competencias y entablar un diálogo con el cliente. El 360 Feedback, valorado por su eficacia reveladora en las tomas de conciencia, identifica asimismo las competencias pendientes de desarrollo por parte del cliente.
Esta primera fase exige comprender el origen de esta necesidad de cambio y por qué ésta surge en un determinado momento. Una serie de herramientas que evalúan las fuentes de tensión, malestar, así como las necesidades y las motivaciones del cliente, nos invitan a reflexionar y concretar esta necesidad.
Segunda fase: anticipar el futuro
La segunda fase permite implementar el proyecto de reconversión. ¿Qué desea el cliente? ¿Cómo se plantea la reconversión? Aunque ya cuenta con algunos elementos de la etapa anterior que le ayudan a sentar las bases de la reflexión, el recurso de los cuestionarios de intereses le aportará respuestas complementarias. Estas herramientas le concretarán el tipo de tareas, actividades y sectores en los que el candidato tiene más probabilidades de realizarse, así como los materiales con los que se sentirá más cómodo trabajando. Otros factores relevantes ayudarán al cliente a avanzar con su proyecto. Por ejemplo, identificar su estilo de aprendizaje preferido, para mantenerse motivado y ser eficaz si surgiera la necesidad de formarse, o incluso la cultura de empresa en la que le resultará más fácil integrarse.
Habrá que poner en relación el conjunto de estos datos con la viabilidad del proyecto del cliente.
En conclusión
Si bien, la reconversión profesional se realiza en dos etapas, estas están interrelacionadas, ya que la calidad de las revelaciones sobre el pasado y la valoración de los conocimientos adquiridos, ayudarán al cliente a construir un futuro coherente consigo mismo.
El asesor profesional encontrará su lugar asumiendo el papel de guía del cliente para invitarlo a reflexionar sobre el fondo, pero también desempeñando la función de experto del proceso, personalizando la forma, gracias a herramientas relevantes y eficaces, lo que permitirá a su cliente despegar de nuevo.