Los tests de personalidad y de inteligencia de tipo C.I. son los preferidos por las empresas. Menos conocidos, aunque igual de importantes, son los tests de inteligencia emocional, los cuales comienzan a hacerse sitio en los procesos relacionados con los RR.HH.
¿Qué es la inteligencia emocional?
Este concepto de origen anglo-sajón define la capacidad de identificar y gestionar las emociones. La inteligencia personal puede verse desde dos perspectivas: la intrapersonal y la interpersonal. La intrapersonal consiste en conocerse a uno mismo, sus puntos fuertes y débiles, saber automotivarse, ser consciente del valor y del funcionamiento de uno mismo. La interpersonal consiste en mostrar empatía, gestionar conflictos, comprender las emociones de los demás y reaccionar de forma apropiada.
¿Para qué sirve la inteligencia emocional?
Para ciertos cargos, poseer una inteligencia emocional adecuada puede resultar especialmente útil. En el caso de las ventas, permite analizar las reacciones de los clientes potenciales y adaptar su discurso consecuentemente. Esta ventaja también es valiosa en el caso de los cargos directivos. Un manager con poca inteligencia emocional buscará imponer los cambios al grupo, mientras que un directivo dotado de una adecuada inteligencia emocional logrará que todos acepten el cambio comenzando por la base. Así pues, la inteligencia emocional se utiliza diariamente. Por ejemplo, en un intercambio de emails entre varios colaboradores que comienza a ponerse tenso, una persona con un nivel de inteligencia emocional alto decidiría organizar una reunión o una videoconferencia para solucionar el problema en directo, ya que sería consciente de que el cambio en el modo de comunicación puede ayudar.
¿Cómo evaluar la inteligencia emocional?
La importancia concedida a la inteligencia emocional varía según la cultura de cada empresa. Algunas empresas se centrar en primer lugar en las competencias técnicas, mientras que otras son conscientes del problema que puede causar la falta de comunicación, empatía y motivación. Las competencias emocionales pueden identificarse y medirse por medio de tests que evalúan el coeficiente emocional (C.E.).
Estos test comienzan a abrirse camino en el mundo empresarial, tanto para la evaluación de candidatos que aspiran a un puesto de trabajo como en procesos de movilidad interna para sensibilizar a los trabajadores y ayudarles a progresar. El conocimiento de uno mismo, la auto-motivación, la resolución de conflictos... todas estas dimensiones corresponden a distintos aspectos de la inteligencia emocional. De este modo, el empleador puede tomar una decisión después de comparar los resultados con las cualidades necesarias para un puesto determinado.
¿Se puede mejorar la inteligencia emocional?
Parece existir una parte innata y otra parte adquirida en la inteligencia emocional. Por lo tanto, la parte adquirida se puede mejorar. Existe información que indica que se puede aumentar la eficacia personal, mejorar la capacidad de escucha, aprender a conocerse mejor e, incluso, gestionar mejor a un equipo. Pero la primera etapa es la toma de conciencia: sin ella, es imposible mejorar.
Es necesario conocer las líneas de mejora y estar dispuesto a trabajarla previamente para lograrlo.
